domingo, 10 de mayo de 2015

Aprender a estar sola

Cada que miro hacia atrás y me doy cuenta que he cambiado mucho en muchos sentidos y de distintas formas.

A casi un año de la ruptura emocional que tuve, puedo decir: TUVE que aprender a estar sola. No, no fue fácil porque -aunque me duela aceptarlo- me di cuenta que también soy/era/sigo siendo (es algo que aún no aclaro, pero que busco aclararlo y dejarlo en el pasado) una chica dependiente. 

Dependiente del cariño del otro, de la aceptación del otro, del visto bueno de mi pareja. Cuesta trabajo porque es algo que una trae arraigado hasta las mitocondrias y para salir significa deshebrar ideas que se tienen y con las cuales he crecido.

Siempre me ha dado pánico la soledad, y más la soledad compartida, quizá por ello acepté relaciones baratas que bien valían igual o menos de cinco centavos (de los viejos). Las admitía y toleraba por miedo a estar sola, por miedo a ir sola a algún lado.

Tras la ruptura con el ex, tuve que apechugar muchas cosas; pero también saqué otras que tienen una relación profunda, más lejana y que me recordaban ciertas cosas de mi infancia y justamente en ésas -remarco- tuve/tengo que aprender a trabajar para erradicarlas, poco a poco, con paciencia y con miedo, mucho. Aún no acabo.

En este año, me he vuelto más hermética con mi vida, hasta cierto punto me he amargado un poco, y ustedes dirán: AY, NO MAMES, PERO PUBLICAS TODO EN REDES SOCIALES, no me refiero exactamente a eso sino que dejé de contar mis problemas amorosos momentáneos, mis aventuras, mis alegrías e incluso mis problemas a todos mis amigos o a medio mundo; empecé a guardarlos, a escribirlos, a que fueran míos.

Aprendí que la gente se harta, se asquea de que una siempre solicite un consejo y que no sepa solucionar su pinche vida. Que tus amigos no siempre estarán de humor para escuchar tus pedos y cómo vuelves a repetir -casi- lo mismo de siempre. También que esos amigos algún día te dirán que los desesperas con tu inestabilidad emocional, entonces, lo mejor es apechugar y aprender a hacerlo sola.

Aprendí a ir sola de compras y decidir por una blusa floreada o un vestido de mezclilla o por un par de botas negras y no las azules o un pantalón de mezclilla o un suéter de tal o cual color; aprendí a ir sola al cine y le perdí el miedo a que me vieran feo porque iba sola (siempre creí que la gente me vería "feo" sólo porque iba sin acompañantes y qué horror); aprendí a hacer las compras sola; a darme gustos para mí y no para mí y que el otro los aprobara; aprendí a andar, saltar, viajar sola y no fue fácil ni sencillo, me costó lágrimas en los trayectos, añorar la compañía de alguien, necesitar de alguien para ir a Chapultepec, para ir a beber... a veces me hace falta el apapacho y digo: ¡argh, detesto ser re forever alone, carajo!

No me arrepiento de nada. Ahora sé que quien llegue en un futuro cercano, mediano o lejano a mi vida será para acompañarme en el camino, al lado, como un igual, y no como un lazarillo llevándome a cuestas ni compartiendo soledades.

He empezado a encontrarme y es que también aprendí que una vez que te cuestionas todo no dejas de hacerlo, nunca dejas de cuestionarte nada.

Olvidaba: ¡cuesta un chiiiingo reconstruirse, reencontrarse y volver al centro de una misma! Pero cada vez lo veo más cerca :)


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