domingo, 1 de marzo de 2015

Adiós, nalgón...

Sin duda alguna, el viernes fue uno de los mejores días del año y donde pude superar uno de los miedos que más me han afectado en los últimos meses. También cerré un ciclo y pronto abriré otro, donde me esperan nuevos retos, aventuras, personas y crecimiento, estoy segurísima que me irá muy bien.

Todo empezó a la hora de la comida, fuimos a comer y beber cerca del trabajo, el clásico precopeo, con motivo de mi despedida y la noticia que les quería compartir. En realidad, los platillos tampoco fueron cosa de otro mundo, pero sí el precio de la cerveza (dos por 15 pesos), total que nos quedamos ahí un buen rato y nos valió una pura y dos con sal que tuviéramos que regresar a trabajar (aunque la neta yo ya no tenía por qué regresar).



Después fui por mi tarjeta de crédito (ya me vendí al sistema cuando dije que no lo quería hacer porque pienso que los créditos son del diablo, pero ahí me ven pidiéndola sólo porque la necesito para pagar mis viajes planeados y las vacaciones de mis papás) y huí temprano del trabajo y seguimos bebiendo en el lugarcito al que fuimos.

De hecho, ya había cerrado el dueño el lugar, pero nos dejó seguirla y consumirles sin ningún problema.

Con esta canción me hizo llorar César porque es tradición que cuando alguien sale de la empresa se le pone una rolita de José José, a mí me tocó esta:


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Después nos fuimos al karaoke Chelato's Bar y continuamos la fiesta chida con todos los chicos, cantamos desde Julión Álvarez hasta Cristian Castro, pasando por Lupita D'Alessio y Yuri hasta las salsas chidas. Ahí Sol me regaló un par de rosas (que no quieren abrir y temo que se secarán muy pronto) y brindamos porque la vida nos juntó y fuimos felices.



Ahí vi a un chico, el bar tender estaba guapísimo, así que entre mi ebriedad pensé que era buena idea mandarle un nota con mi número y lo hice. Seguí bebiendo, los que quedamos decidimos ir a cenar y al Bulldog a seguirla. Y después entre mi borrachez creí que sería una mejor-mejor idea ir, presentarme y decirle: hey, hola, soy Yuriko, la chica que te envió la nota, en verdad espero no te haya molestado, sólo te quería decir eso. Y huir. Lo mejor (o lo peor) es que sí lo hice.

Luma me dio una mentita, me animó a ir, fui le dije exactamente esas palabras, me dijo que se llama Fernando y trabaja ahí los viernes desde las 4 de la tarde, ¡ah sí! Y tiene novia que es muuuuy celosa (pinche mal tino que tengo), sin embargo, se portó amable y me dio la mano y me fui.

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Tssss... después caímos con Don Chente (no, no es este Chente aunque se parecen mucho), un señor de 67 años y dos infartos que hace unos alimentos baja pedas bieeen ricos. Está ubicado en la esquina de Río Grijalva y Rìo Tigris y sus hotdogs son la onda y sus tacos que fueron los que probamos. Son muuuuy copiosos, por ejemplo el "jocho"fue realizado de la siguiente manera:

Puso una rebanada de jamón en la plancha, luego le puso un puño(te) de queso Oaxaca perfectamente deshebrado y lo dejó ahí por un par de minutos, después lo volteó, lo dejó otro par de minutos, tomó la salchicha (sin albur, eh...) perfectamente doradita y la puso sobre el queso derretido, la envolvió y la puso sobre el pancito untado de mayonesa, después le puso copiosamente aguacate y ¡a comer!
Tú lo preparas a tu gusto, pufff estaba delicioso y te aliviana bien chido con la peda.

Sólo lo pueden encontrar por las noches, pero vale mucho la pena, lleva 32 o 34 años vendiendo esas delicias. Si piden un taco les informo que un taco es de cuatro tacos, pa' que no se vean tan atascados y también llevan aguacate en buena cantidad.

¡Se los recomiendo muuuucho! Vayan, vayan de menos una vez en la vida.

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Cuando llegamos al Bulldog vi puro chamaquito, en verdad post adolescente recién salidos del cascarón y mirreyes y lobukis en potencia, también había haaaarta mirreina ebria, cayéndose a pedazos poco a poco con un trago en la mano. La banda que tocaba, la cual desconozco el nombre, sólo tenía canciones que repetían incansablemente dos o tres frases -en el mejor de los casos- o una o dos palabras -en el peor de los casos- lo que me puso un poco de malitas.

Después fue hilarante ver a las chamaquitas bailando como niñas de secundaria agarradas de la mano y saltando de un lado a otro la canción de Happy de Pharrell Williams y cuando dice: "because I'm happy" las chicas se soltaban para dibujarse una sonrisa, se veían tan... bobas haciéndolo. Luego volteamos y vimos un grupo de idiotez extrema donde sólo bajaban y subían felices y al otro lado vimos perreo intenso.

Puaj... nunca fui de esos lugares, me cagan. ¿Por qué fui?

Sí sé, muchos amigos/conocidos me dijeron que el Bulldog era un lugar chingonsísimo, donde se tocaba el mejor rock de la ciudad y los eventos bien chingones y la verga de ocho patas y... qué decepción... tiene mala acústica, la gente es el tipo de gente con quien no me gusta toparme en las fiestas, güeyes a quienes siempre he evitado porque son bien posers y morras que no soporto porque nunca he sido esbelta ni he encajado en ese tipo de "sociedad". Además me cagan los empujones de borrachos y drogados.

He reafirmado mi disgusto por esos lugares y reafirmé que me encantó empedarme en pulquerías, cantinas y bares de mala pinta en Balderas, Cuauhtémoc y CU. No me arrepiento de salir corriendo al metro a las 11 de la noche bien borrachina y nunca ser "carnita" fresca para un lobo que podría estar igual o más pendejo que yo... (pero igual sólo hablo por hablar y caigo en el estereotipo)

Llegué a casa a las cuatro de la mañana con una sonrisa y desperté con una llamada perdida, sea quien sea que me haya llamado se le ocurrió hacerlo a las seis de la mañana, ¿sería el chico guapo del karaoke?, ¿algún borracho confundido que marcó mal?, ¿los aliens?, ¿alguno de ustedes?... es algo que el mundo -ni yo- lo sabrá...

1 comentario:

  1. Buscaba si aun existía Don Chente y me brinco tu publicación, yo viví en la zona y así como lo describes eran de ley esos tacos, que buen recuerdo!!!!

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