jueves, 8 de enero de 2015

Eso que llaman "relación larga"

Desde hace algunos días me he sentido sumamente extraña respecto a este tema, aunque más que extraña me siento... avergonzada. Sí, avergonzada de que cuándo me preguntan ¿cuál ha sido tu relación más larga?, les tenga que responder con la verdad y es que mi relación más duradera no pasó de un año.

Me da pena decir: "ocho meses". Pero les miento, fueron siete meses y tres semanas, y de esa relación tiene casi ocho años (en abril serán ocho años), yo acababa de terminar la prepa. De ahí en adelante, mis "relaciones" fueron una serie de encuentros fugaces que van desde la semana hasta los cinco meses. Me causa escozor, a veces, explicar por qué han sido tan efímeros e inestables. Las más, me justifico con que era mi época de desmadre; otras digo que porque me da miedo el compromiso (y es cierto, no miento); las menos, culpo a ellos porque no funcionara.

Creo que he tenido gran culpa en no saber escoger a los hombres con quienes me relaciono. La verdad no pensaba quedarme con Fénix, un mujeriego de primera marca, ni con Hugo que tenía signos de alcoholismo severo, ni con Uriel que siempre me tenía como segunda opción en su vida, o con Héctor que nunca me consideró en su vida pese a que me quería. Creo que equivoqué la cantidad con la calidad del cariño y, sí, quise llenar huecos profundos con ellos, personas que no se podían quedar conmigo y a las que nunca les abrí mi corazón. Digo, aunque cuente todo a medio mundo, incluso aquí, no expreso con todos mis sentimientos ni los secretos más obscuros de mi vida ni de mis relaciones.

Preferí, y sigo prefiriendo, estar sola a tener que soportar una relación mediocre, donde no esté feliz ni plena, en la que me hagan pensar que estoy mal siempre, que la culpa es mía, que la de las fallas soy yo siempre, donde llore en un taxi camino a mi casa o abrazada en el coche de mi amigo porque un cabrón me quebró cuando vi que tenía su harem en la misma fiesta o alguien que ya no tiene nada que ver conmigo y que nomás por costumbre estemos juntos. No, prefiero estar sola. Ya no deseo ni personas mediocres ni relaciones a medias tintas.

Quizá por eso amé tanto a Israel (el novio de "ocho meses" con quien ahora me llevo muy bien y tenemos una relación agradable, cordial y amistosa) porque a pesar de que fue mi novio no una no dos sino tres veces siempre en los "descansos" estaba el amigo, el que soportaba mis lágrimas, mis problemas, mi caos emocional que apenas era la punta del iceberg. Nunca me reprochó nada (como amigos, eh; como novios, al final, fue otra cosa) y a veces sólo me escuchaba, tenía esa facilidad-habilidad de hacerme reír y sacar lo mejor y lo peor de mí en muchos momentos. Tal vez por eso aún lo conservo en mi vida.

También ésa es la razón por la que amo tanto a Trick, creo que es el mejor amigo que he podido tener y que el destino me pudo dar, me ha escuchado, soportado y aguantado todos mis dramas amorosos. Perdió la cuenta de cuántas veces me rompieron el corazón, de cuántos y cuáles eran los chicos con quienes había salido. Me limpio las lágrimas y los mocos, literalmente, cuando me puse a llorar por tanta mierda que traía en una fiesta. Hemos soportado muchas situaciones tanto de uno como de otro y, nunca se lo he dicho, gracias a él aprendí a perdonar y saber ofrecer una disculpa en el momento adecuado. (Alfredo, mi hermano de alma, es un caso aparte, muy parecido a lo que he vivido con Trick).

Me caga que a mis 25 años me dé pena decir que soy una fracasada emocional, una chica que no ha podido establecer una relación duradera, cuando todos pueden presumir de una; pero yo no. Yo me avergüenzo, aunque no lo demuestro, de no poder "presumir" cual trofeo social ese "logro".

No, amigos, no he tenido una relación larga. No sé si la tendré porque no creo en el valor de las etiquetas ni los títulos. Me gusta andar con alguien, no ser la novia de alguien, me caga el sentido de "es mío/a", la tenencia, la propiedad. No sé si quiero eso, creo que no. Me siento sin rumbo, perdida. Así que eso que llaman una relación larga y próspera y bonita, con vergüenza: no, nunca la he tenido.


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